TERRA Y EL GOLPE DE ESTADO DE 1933

 LA PRIMERA PRESIDENCIA DE TERRA

LAS ELECCIONES DE 1930
En medio de la crisis económica y con la fragmentación partidaria ya mencionada concurrieron los partidos a las elecciones de noviembre de 1930.
El Partido Colorado presentó tres candidatos a presidente y la novedad era que el Batllismo se dividió en dos tendencias. Un sector batllista promovió a la presidencia a Gabriel Terra; otro sector, que tenía el respaldo del diario “El Día” manejado por los hijos del fallecido Batlle y Ordóñez (César, Lorenzo y Rafael), apoyó a Federico Fleurquin. El tercer candidato colorado era la del riverista Manini Ríos. El Partido Nacional llevaba dos candidaturas presidenciales: Luis Alberto de Herrera y Eduardo Lamas.
Triunfó el Partido Colorado y dentro de este el sector batllista que postulaba a Terra. La ventaja del P. Colorado sobre el P. Nacional aumentó en comparación con la anterior elección. Las consecuencias fueron graves para los nacionalistas porque los dos sectores que lo formaban intercambiaron críticas y finalmente, en 1931 el sector contrario a Herrera, los “nacionalistas independientes”, se separó y hasta 1958 votó fuera del lema.

Gabriel Terra
TERRA CONTRA EL CNA
Apenas asumido el cargo (marzo de 1931), Gabriel Terra se negó a concurrir a las reuniones de la Agrupación Colorada de Gobierno, el órgano donde los diferentes sectores del partido coordinaban su acción gubernamental. Era evidente que el presidente quería gobernar por su cuenta y no quería subordinar su actuación a las decisiones partidarias. Además nombró ministros de todas las fracciones coloradas, desconociendo el peso decisivo del batllismo en su elección. Las relaciones con los “batllistas netos” (los hijos de Batlle y Ordóñez y el diario “El Día”) fueron cada vez más tensas. El presidente se rodeó de dirigentes antibatllistas, y los batllistas, que tenían la mayoría del Consejo Nacional de Administración (cuatro en seis consejeros colorados), comenzaron a cuestionar las decisiones del presidente Terra. Las diferencias políticas internas del P. Colorado se trasmitían a los órganos de gobierno: un enfrentamiento entre el Presidente y el CNA.
Además en el Senado había una mayoría del P. Nacional, mientras que en diputados la representación proporcional y la paridad en las diversas listas no permitía a nadie tener una clara mayoría. Todos los órganos parecían estar enfrentados y se neutralizaban uno al otro. Desde diversos sectores se comenzó a exigir un “gobierno fuerte” y efectivo.
 El Comité de Vigilancia Económica, donde se nucleaban los sectores más poderosos de la economía, encabezó esos reclamos. Y sus críticas aumentaron cuando el CNA tras un acuerdo entre los batllistas netos y los nacionalsitas independientes tomó medidas para enfrentar la crisis.
Esas medidas, de las que ya hablamos anteriormente, surgieron del acuerdo de octubre de 1931 entre el batllismo neto (con mayoría en el CNA) y los nacionalistas independientes (con importante representación en el Senado). El acuerdo (el pacto del chinchulín lo llamó Herrera), implicaba una cuotificación política de los directorios de los entes autónomos (dos tercios para la mayoría colorada y un tercio para la minoría nacionalista). Y el reparto de los cargos públicos entre los dos sectores acuerdistas. Este reparto, más el impuesto a los sueldos, hizo impopular al CNA y favoreció a los sectores conservadores que se oponían a él.
 En setiembre de 1931, siete meses Después de asumir la presidencia, Terra inició una campaña para reformar la constitución. Comenzó recorriendo el interior del país, donde era menor la influencia del batllismo neto, logrando la adhesión de los enemigos del colegiado y de la política reformista. Como el sistema de reforma constitucional era muy largo, Terra consideraba que se debía recurrir a un plebiscito directo, una forma rápida de “salvar al país”.
La campaña para reformar la constitución se incrementó con el paso de los meses y a medida que la depresión se  hizo sentir más en los bolsillos de los ciudadanos. En el discurso de Terra se asoció cada vez la reforma de la constitución con la “salvación nacional”. Era evidente que Terra y quienes lo apoyaban quería “desempatar” la situación política eliminando la influencia en el gobierno de los batllistas netos.
Pero para cambiarlo por la vía legal no tenían mayoría. En las sombras se iba gestando el cambio por medio de la fuerza; tanto los sectores empresariales, como el riverismo y el herrerismo, presionaban a Terra para que este se definiera. En marzo de 1933 Terra se definió.


 EL GOLPE DE TERRA

En los primeros meses de 1933 la campaña a favor de una reforma de la constitución de cualquier manera y al costo que fuera se hizo virulenta.  Los sectores conservadores utilizaron sus diarios para difundir sus críticas a la constitución y al CNA. El herrerismo trató de llegar especialmente al sector rural, su tradicional sector de apoyo. Para eso, y explotando los problemas del campo (al endeudamiento que se había estado generando desde años anteriores se le sumó la langosta), impulsó una “marcha sobre Montevideo”. Incitando la tradicional rivalidad de la campaña con la capital mostraba a Montevideo, tradicional baluarte batllista, como un lugar corrupto, desde donde se gobernaba en forma absurda al interior. Y hasta se hacía referencia a la marcha de los fascistas sobre Roma que había dado el poder a Mussolini hacía diez años atrás: “Italia se hallaba como se halla hoy nuestro país, antes de la Marcha sobre Roma. Desorden, caos, corrupción, política pestilente, desorganización social, ruina... Y bien ¿porque no hacer nosotros una marcha sobre la ciudad corrompida, esta capital nuestra que, indiferente al dolor del país, se apresta para las fiestas del verano y del carnaval?
En diciembre de 1932 se había iniciada la prédica para hacer la marcha en forma pacífica: vengan en silencio, con los brazos inertes, no habrá sangre, expresaba “La Tribuna Popular”. Pero en febrero de 1933 el planteo era más agresivo: “Marchar sobre Montevideo!... Montevideo sibarita y materializada, residencia oficial del colegiado, nido de los políticos rapaces que venden leyes por empleos. Montevideo, egoísta y sensual... ¡Sí,marcha sobre Montevideo, con armas o sin ellas..!” se leía en un artículo de “El Debate”.

EL GOLPE Y SUS CONSECUENCIAS
Otros hechos sucedían en marzo de 1933 que también prepararon el camino hacia el golpe. El presidente Terra, en mensaje a la Asamblea General advertía que estaban por llegar los días de mayor crudeza de la crisis económica. La desocupación había llegado a niveles altísimos, el estado estaba atrasado en el pago de las pensiones a la vejez, y la Intendencia de Montevideo debía los salarios de diciembre. La falta de moneda extranjera impedía a muchas empresa importar materia prima para industrializar y las compañías importadoras de derivados del petróleo hacían un boicot que casi paralizaba al país.
El diputado socialista Líber Troitiño, analizando el agravamiento de la crisis, advertía que los sectotres poderosos estaban apoyando en todo el mundo los gobiernos de fuerza para someter e los trabajadores y hacerles pagar la crisis: “...estos poderosos que aceptaban la democracia, que aceptaban cualquier sistema político cuando ganaban el 30 o 40% en sus negocios, ahora lo rechazan porque no pueden ganar más que el 4 o 5%”.
La “marcha sobre Montevideo” promovida por los sectores conservadores se fijó para el día 8 de abril. Para organizarla se conformó una comisión donde se encontraban los dirigentes de los grupos de presión emprasarial, políticos de reconocida militancia antireformista y hasta militares retirados. Aparecían apellidos vinculados a las familias más ricas: Romay, Ortiz de Taranco, Butler, Peirano, Bordaberry, Santayana, entre otros. A través de conferencias dadas en Radio Montecarlo (propiedad de los Romay) se fue preparando la marcha.
El día 29 de marzo el Ministerio del Interior realizó un comunicado anunciado que se tomarían enérgicas medidas para que la marcha del día 8 se realizara con normalidad. En esos días se rumoreaba que los sectores colegialistas harían todo lo posible para sabotear la marcha; esos rumores daban pie al gobierno para tomar esas medidas. Al día siguiente, 30 de marzo, en “El Día” se publicó un manifiesto firmado por las figuras más importantes del batllismo neto. En él se expresaba que: “Todas las fuerzas oscuras de la reacción y el despotismo se coaligan para destruir la obra de paz, de libertad y de justicia que hemos realizado al precio de tanto esfuerzo, de tanta sangre y de tanto dolor.”
La respuesta deTerra no se hizo esperar.
Los sucesos del 30 y el 31 de marzo de 1933.- En la tarde del 31 de marzo el presidente Terra dirigió un mensaje a la Asamblea General comunicando una serie de medidas extraordinarias que se tomaban para evitar desórdenes:
1) Censura previa de la prensa que atribuya propósitos dictatoriales al gobierno.
2) Intervención de las cárceles para evitar la fuga de delincuentes (otro rumor que circulaba decía que los colegialistas soltarían a los presos para crear un clima de inestabilidad el día de la marcha).
3) Intervención policial de UTE y las aguas corrientes para asegurar los servicios telefónicos y telegráficos y el suministro de energía eléctrica y agua.
Ese mismo día Terra se instaló en el Cuartel de Bomberos con una importante fuerza policial. Mientras tanto la Asamblea General, en la madrugada del día 31, rechazó las medidas tomadas por el presidente y exigió que las levantara.Votaron esta resolución los representantes batllistas netos, nacionalistas independientes, cívicos, comunistas y socialistas. Se opusieron, o sea que apoyaron las medidas de Terra, los terristas , los riveristas y los herreristas. Terra mantuvo las medidas y además resolvió:
- disolver al Consejo de Administración Nacional;
- disolver a la Asamblea General;
- encarcelar a los dirigentes políticos opositores;
- formar una Junta de Gobierno integrada por representantes de los sectores políticos que lo apoyaban. Esta Junta de Gobierno asesoraría al presidente y formaría una lista de  nombres para formar una Asamblea Deliberante que reformaría la Constitución. El golpe había sido dado.
Estas medidas fueron seguidas por otras que tenían el propósito de ganarse el apoyo popular:
- reducir los grandes sueldos y las jubilaciones de los adinerados;
- la nueva Asamblea Deliberativa tendría menos integrantes que la disuelta Asamblea General;
- reducir el número de los directores de los entes del estado.
En el plano político apoyaron el golpe de Terra sus allegados provenientes del batillismo, los grupos colorados antibatllistas (riveristas, sosistas y vieristas), y el herrerismo que era la mayoría del P. Nacional. Estuvieron en contra los batllistas netos, los nacionalistas independientes, el Partido Socialistas y el Partido Comunista. Se dio así un corte dentro de cada partido tradicional, cosa que no era nueva, lo que demostraba la escasa vinculación ideológica que tenían quines votaban bajo un mismo lema.
El golpe fue dado con apoyo de la policía y de los bomberos; no hay participación militar, aunque resulta obvio que sus mandos debieron ser consultados por Terra antes de embarcarse en un golpe de estado., asegurándose al menos la neutralidad del ejército. La mayoría de los oficiales eran colorados riveristas, por lo que debemos suponer que veían con buenos ojos el desplazamiento del batllismo del poder.
Brum, momentos antes de suicidarse
  Las medidas de quienes se oponían al golpe de estado fueron escasas y carentes de eficacia. La prensa se vio maniatada por la censura previa, muchos dirigentes fueron detenidos o salieron del país, los sectores políticos contrarios al golpe estaban divididos y lo mismo sucedía con los sindicatos. No había un plan sólido y coherente para enfrentar al golpe y Terra se impuso tan sólo con el apoyo de la policía. La Universidad fue un centro de agitación antigolpista pero su incidencia era reducida y tan sólo se evidenció en el paro estudiantil decidido por la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay).
A esto hay que agregar la apatía popular. Las razones pueden ser varias: indiferencia y cansancio de la actividad política, preocupación por los problemas económicos cotidianos que los sectores populares no vinculaban con los sucesos políticos, apoyo a una “salida” sin detenerse a pensar cual era esa salida. Los historiadores Caetano y Jacob señalan que también influyó en la apatía la “preparación del golpe” a través de la prensa, lo que hizo que se tomara como algo normal y lógico: “Se quería -y de allí buena parte de la campaña periodística previa -que el golpe de Estado apareciera como un fenómeno que había madurado tanto, que al producirse finalmente, no podía provocar mayor impacto en la opinión pública”.
La prensa adicta al régimen (que no tenía censuras para atacar a los sectores desplazados del gobierno) se encargó de resaltar el lleno total del auditorio del Sodre o la gran concurrencia que el día 2 de abril tuvo un partido entre Peñarol y Flamengo en el Estadio Centenario.
Todo parecía normal. Sin embargo dos hechos de sangre empañaron la “normalidad” que querían los golpistas: la muerte del diputado Julio Cesar Grauert y el suicidio del ex-presidente Baltasar Brum. Grauert se tiroteó con la policía, fue herido y detenido. Al no recibir atención médica murió. Brum no permitió que la policía lo detuviera y se suicidó frente a su casa, marcando con su gesto el rechazo a la dictadura de Terra.


 LA DICTADURA TERRISTA

ORGANIZANDO LA DICTADURA
El presidente, mientras reprimía a la oposición con la carcel, el destierro y la censura de la prensa, recuperó la conducción económica que desde 1919 le correspondía al Consejo Nacional de Administración. Disuelto este y el Parlamento, la autoridad se concentró en Terra y sus ministros.
Deseoso de legitimar rápidamente su actuación, Terra convocó a elecciones para elegir una convención constituyente que se encargara de redactar una nueva constitución que permitiera “hacer constitucional” el gobierno que estaba ejerciendo “de hecho”. El 25 de junio de 1933 se realizó la elección de convencionales, con una abstención del 42% de la ciudadanía. No presentaron listas el batllismo, el nacioinalismo independiente y el P. Soicialista, considerando que si lo hacían estaban convalidando lo actuado por Terra. El 25 de agosto se instaló la Convención Constituyente, presidida por el ex-presidente Juan Campisteguy. La Convención elaboró una constitución que se adecuaba a los intereses de los grupos mayoritarios en su seno: terristas y herreristas. Fue plebiscitada y aprobada en abril de 1934 y ese mismo año entró en vigencia.
La constitución de 1934 presentaba importantes innovaciones con respeto a la de 1919:
 El Poder Ejecutivo: estaba integrado por el Presidente que podía actuar con sus ministros formando el Consejo de   Ministros. Había 9 ministros: 6 del partido que ganara las elecciones y 3 de la minoría.
El Poder Legislativo: se mantenían las dos cámaras. La de Senadores se componía con 30 miembros (más el vicepresidente), 15 por la mayoría y 15 por la minoría mayor (el sublema más votado del segundo lema). La de Diputados tenía 99 miembros por representación proporcional.
Se creaban nuevos órganos de contralor: el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, el Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral.
Los directorios de los entes autónomos serían designados por el Presidente con la venia del Senado.
Sufragio: se ampliaba el número de votantes incorporando a la mujer y facilitando la ciudadanía de los extranjeros.
Nuevos derechos: se ampliaba la declaración de derechos incorporando los derechos sociales y económicos como enseñanza, trabajo, seguridad social, vivienda, huelga, etc.
Había una disposición transitoria según la cual el próximo presidente no sería elegido por la ciudadanía sino por la propia Convención Constituyente, aunque sería sometido a plebiscito (si o no). La Convención eligió a Terra para que fuera el presidente durante el período 1934-1938 y el plebiscito lo confirmó en el cargo. El mismo día que se plebiscitó la constitución y el presidente, también se eligieron senadores y diputados. Los batllistas netos y los nacionalistas independientes no presentaron candidatos y por lo tanto no integraron el parlamento.

LA SEGUNDA PRESIDENCIA DE TERRA
Este gobierno se caracterizó por una postura conservadora moderada y pragmática. A pesar de los anuncios del terrismo sobre profundas reformas (la propaganda del régimen hablaba de la “revolución de marzo” y de la “tercera república”), la realidad nacional e internacional obligó al gobierno a desarrollar una política moderada.
Quiso beneficiar a los sectores económicos que lo apoyaron y que en definitiva eran quienes habían promovido el golpe: los ganaderos, los bancos, las empresas extranjeras. Pero a pesar de la actitud antiestatista de los sectores empresariales, la crisis económica obligó al gobierno de Terra a seguir la misma política de los otros países latinoamericanos: intervención estatal, política de sustitución de importaciones por industrias nacionales, proteccionismo aduanero. Además los sectores económicos que actuaban como grupos de presión tenían intereses diversos y no siempre lograban ponerse de acuerdo. Esto permitió que la “clase política” mantuviera cierta independencia para tomar resoluciones y permitió al estado mantener su papel activo en la economía.
Sin embargo hay una diferencia con el período anterior: si bien el estado mantiene su intervención en la economía y en algunos casos la reafirma, en general se detiene el “reformismo batllista”. La extensión de las empresas del estado fue limitada por la propia constitución aprobada en 1934, que estipulaba mayorías especiales en las cámaras para la creación de nuevos organismos estatales. Para integrar los directorios Terra designó a figuras que provenían de las empresas privadas, interesados en detener el estatismo. Además la llamada “ley Baltar” de 1936 impedía que los entes del estado formaran monopolios por decisión de sus directorios. Dicha ley lleva el nombre del diputado riverista que la propuso y apuntaba contra ANCAP, porque, de acuerdo a la ley que creó a este organismo estatal, podía establecer el monopolio de las importaciones de petróleo cuando la refinería produjera la mitad de la nafta consumida en el país. La presión de las empresas petroleras multinacionales, obtuvo como resultado la ley Baltar que impedía que se constituyera ese monopolio estatal y las filiales de la Standard Oil y de la Shell pudieron seguir vendiendo combustible dentro del Uruguay.              
 Sobre el régimen terrista hubo influencias ideológicas internacionales. Los sectores conservadores estaban deslumbrados por la eficiencia y la disciplina del fascismo italiano y del nazismo alemán. La cúpula del gobierno también observaba con simpatía al falangismo español.

OBRA ECONOMICA
El contralor del comercio exterior.- En este aspecto se mantuvo el dirigismo estatal implantado por el Consejo Nacional de Administración antes de se disuelto. Este organismo había resuelto que la compra y venta de moneda extranjera se debía hacer a través del Banco República, que, permitía al estado quedarse con la diferencia entre las cotizaciones de compra y venta.
En noviembre de 1934 el gobierno de Terra aprobó un “Plan de Reajuste Económico y Financiero”. Este plan incluía el control por parte del estado de la compra y venta de moneda extranjera a través de la Comisión de Contralor de Exportaciones e Importaciones. Este organismo tenía la finalidad de controlar los destinos y procedencias de las mercaderías que el país vendía o compraba. También era el encargado de dar los permisos para las importaciones, por lo tanto se mantenía una política proteccionista: el estado decidía que productos convenía que ingresaran del exterior y cuales no. Además se encargaba de distribuir las divisas (dólares) a los importadores. Aparentemente el valor y la entrega de los dólares se fijaría según las necesidades del país (dólares más caros o no entrega de dólares, para las importaciones innecesarias o que competían con la producción nacional), sin embargo, como las entregas se hacían caso por caso, podía dar origen a arbitrariedades. Los dólares se entregarían prioritariamente para importar alimentos indispensables, materiales para la salud, maquinarias y repuestos, pero también podía usarse con un criterio político para beneficiar a los que adherían al régimen.
Con esta medida se pensaban obtener varios objetivos:
- Conseguir ingresos para el estado (que compraba los dólares que recibían los exportadores a un precio bajo y los vendía a los importadores a un precio mayor).
- Proteger a las industrias nacionales a través de la limitación a las importaciones y con un dólar a distintos valores según que se fuera a importar con él. Para el que iba a importar maquinas el dólar tenía un precio y para el que iba a importar productos que competían con los nacionales, el dólar iba a tener un precio mayor. Este sistema donde el dolar no tenía un único valor sino que dependía del uso que se le fuera a dar, se llamó sistema de cambios múltiples.
Revaluación de la moneda.- El gobierno emitió más billetes manteniendo la misma cantidad de oro en reserva sin devaluar el peso. Para esto se basó en el aumento del valor del oro frente a las monedas llamadas fuertes (como el dolar o la libra). El mayor valor del oro atesorado en el Banco República serviría de respaldo a la nueva emisión de billetes, o sea que con la misma cantidad de metal precioso se estaban haciendo más billetes. Por eso se habló de un “revalúo” de la moneda uruguaya. Esta particular forma de emitir billetes le valió al ministro de Hacienda, Cesar Charlone, el apodo popular de Fu Man Chú, recordando a un famoso mago chino.
Una parte considerable de ese dinero fue utilizado para favorecer a los ganaderos que se quejaban por que el estado les pagaba poco por los dólares que ellos ingresaban al país con las exportaciones de la ganadería. Otra parte fue destinada a pagar deudas del estado y sólo una mínima parte fue dirigida a favorecer a los sectores populares.
Desarrollo de la energía hidroeléctrica.- La electricidad en Uruguay se producía mediante centrales térmicas alimentadas con carbón o derivados de petróleo que se importaban. La energía eléctrica era la fuente energética preferida por los establecimientos industriales por lo cual se hacía necesario abaratar los costos.
Desde hacía varios años se estudiaba la posibilidad de construir represas en el río Uruguay y en el río Negro para obtener energía hidroeléctrica e incluso una misión alemana había estudiado este último río buscando los lugares favorables para su construcción. Terra tomó el asunto como prioridad. En 1934 se decidió la construcción de una represa sobre el Río Negro, se llamó a licitación y en 1937 se encargó la obra a una empresa alemana
La realización por parte de una empresa alemana no debe llamar la atención. Con el ascenso de Hitler al poder el 1933, Alemania se había lanzado a la conquista de nuevos mercados donde colocar su producción industrial y América Latina era un territorio propicio teniendo en cuenta que la crisis económica había disminuido los lazos con Inglaterra. Además el rápido éxito de la economía alemana bajo el nazismo seducía a los dirigentes políticos latinomaericanos y Uruguay no escapó a ese fenómeno. Figuras vinculadas al gobierno de Terra recibieron condecoraciones por parte de Hitler: el Ministro de Obras Públicas Martín Etchegoyen, el Ministro de Relaciones Exteriores José Espalter, el presidente de UTE Bernardo Kayel, entre otros.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial la represa aún estaba en construcción y la obra fue terminada por la empresa norteamericana Westinghouse.
La producción de energía hidroeléctrica, junto con la refinación de petróleo por parte de ANCAP, redujeron los costos provocados por la importación de combustibles y favorecieron el crecimiento de la industria.
Creación de CONAPROLE.- A fines de la década del 20 y comienzos de la del 30, se crearon varias empresas dedicadas a la lechería. Hubo una gran competencia entre las empresas que se se dedicaban a procesar la leche (pasterización), así como un enfrentamiento entre los diversos sectores: tamberos, intermediarios y empresas procesadoras.Algunos sectores políticos reclamaban que el estado interviniera para terminar con el caos que es situación provocaba.
En 1935 el gobierno presentó un proyecto para racionalizar la comercialización de la leche, asegurando la higiene  y controlando los precios. Se creaba una cooperativa, integrada por productores lecheros, la Cooperativa Nacional de Productores de Leche (CONAPROLE) que recibiría capital del estado y tendría algunos beneficios como el monopolio de la venta en Montevideo. Cualquier productor de leche del país podría ser socio de la cooperativa; su derecho a voto dentro de ella estaba en relación a la cantidad de leche que aportaba. Esto daba el dominio de CONAPROLE a los grandes productores que eran los que más cantidad de litros de leche aportaban.
CONAPROLE se instalaba con capital proporcionado por el estado, pero su dirección quedaba en manos de productores remitentes de leche. Esta mezcla de capital estatal y privado, donde el primero servía de soporte al segundo para luego apartarse y dejar la empresa en manos privadas, fue característico de un sector político como el terrismo que, aunque provenía del batllismo, no adoptó su estatismo y defendió al capital privado. Es además característico de la época de crisis, donde el estado intervino para “ordenar” la economía, no con la finalidad de socializar los medios de producción sino para encausar el capital privado. El ministro de Industrias, Augusto César Bado, lo expresaba así: “La intervención del estado debe manifestarse en forma tal que propicie e impulse la iniciativa privada, que la encauce y la dirija por el camino más favorable a su próspero desarrollo pero que no la sustituya...”

LA POLITICA SOCIAL DE TERRA
La crisis de 1929 había provocado desempleo y caída de los salarios. Esta situación generaba malestar social y descontento. El terrismo tomó medidas para enfrentar esta situación.
Para aumentar el empleo se recurrió también al estado: creación de obras públicas (como la represa hidroeléctrica sobre el Río Negro) e ingresos a la administración pública (el número de funcionarios públicos pasó de 33 mil en 1933 a 40 mil en 1937). Otro tipo de medidas continuó las ya establecidas por el criticado Consejo Nacional de Administración: fijación de precios de artículos de primera necesidad, subsidios a la carne, rebaja de alquileres. Para enfrentar los problemas de alimentación se establecieron comedores escolares. También se creó el Instituto Nacional de Viviendas Económicas (INVE), para aliviar la falta de viviendas construyendo aquellas que fueran de fácil acceso a los sectores populares.
Estas medidas de carácter popular fueron seguidas de otras de carácter represivo. Con el argumento de que el ingreso e extranjeros agravaba la desocupación, el gobierno de Terra restringió la inmigración; la verdadera razón era impedir el ingreso de inmigrantes “agitadores” de los países del centro y el este europeo, que escapaban al fascismo imperante en aquellos lugares. En 1934 se elaboró el Código Penal, basado en el código Rocco de la Italia fascista, que aumentó las penas y las conductas que se consideraban delictivas. Por ejemplo se establecía que era un delito “el abandono  colectivo de funciones y servicios de necesidad pública” lo que restringía el derecho de huelga de los funcionarios públicos.
En 1936 Terra recibe la visita del presidente de EEUU
Franklin Roosevelt
Si bien a los trabajadores aparentemente se los beneficiaba con algunas medidas, con otras se los perjudicaba. Se aprobó la licencia anual jubilatoria, pero por otro lado se suprimieron 17 feriados. Además la licencia, por el momento, sólo se aplicaba a empleados de comercio y administrativos, por lo que, al suprimirse feriados, los obreros y los empleados públicos, trabajaban más días que antes.
Los trabajadores se encontraban indefensos ante los despidos y la inclusión de los nombres de los que organizaban sindicatos en “listas negras” hechas por los patrones y que les impedía encontrar trabajo. Había una clara intención de que los trabajadores pagaran el costo de la crisis.
A nivel educativo hubo intentos de intervenir en la Universidad y quitarle la autonomía. Tanto estudiantes como profesores hicieron frente a esos intentos y la iniciativa del gobierno no prosperó. Pero lo que si logró el régimen terrista fue separar a Enseñanza Secundaria de la Universidad (hasta ese momento formaban parte de un mismo organismo) y de esa manera la enseñanza secundaria perdió la autonomía que gozaba la enseñanza universitaria. Esta separación se estableció a través de una ley redactada por el Ministro de Instrucción Pública Martín Etchegoyen, hombre desconfianza de Herrera.

OPOSICION A TERRA
Amplios sectores de los partidos tradicionales (batllistas y nacionalistas independientes) y los dos partidos de izquierda (socialistas y comunistas) mantuvieron su oposición al gobierno de Terra, pero no lograron concertar una unión entre ellos.
Batllistas y nacionalistas independientes tenían como objetivo volver a la situación anterior el golpe de 1933; los sectores de izquierda querían reformas económicas y sociales de acuerdo a sus ideas. Esto hacía imposible llegar a una acuerdo. Pero tampoco había acuerdo entre los dos sectores de los partidos tradicionales que mantenían su apego a las divisas. También había discrepancias dentro de la izquierda. El P. Comunista propuso a los socialistas formar un Frente Popular (como se intentaba hacer en Europa para detener el avance del fascismo) pero estos no aceptaron.
A pesar de que la oposición aparecía dividida, los sectores gobernantes, terrismo y herrerismo, que dominaban el Parlamento dada la abstención de los otros sectores, aprobaron algunas leyes que impidiera la mejor organización de sus adversarios. En 1935 y 1939 se aprobaron leyes electorales que aseguraban mantener a cada una de las divisas tradicionales unidas (a pesar de las divisiones internas) y dificultaba la unión de los sectores de izquierda.
De acuerdo a estas leyes el lema (el partido) pertenecía al grupo mayoritario (el que tuviera más legisladores en las elecciones) asegurando a terristas y herreristas, cada uno en su partido, el uso del lema y administrar y disponer de los bienes partidarios (locales de comités, dinero, etc). Se impedía formar nuevos partidos con nombres semejantes a los ya existentes, lo que impedía a los batllistas votar fuera del P. Colorado usando el lema colorado o a los nacionalistas independientes votar fuera del P. Nacional usando este nombre. Si se formaba un partido nuevo para presentarse a las elecciones (por ejemplo el planteo de Frente Popular que había hecho el P. Comunista) no podía tener sub-lemas (varias listas) como si podían tener los partidos tradicionales. Esto dificultaba a los partidos no tradicionales unirse, ya que tenían que ir a las elecciones bajo una misma y única lista y no resultaba fácil formar esa lista.
A medida que los efectos de la crisis fueron pasando y al economía se fue recuperando, se fueron buscando caminos para salir del régimen. La conciencia cívica de muchos ciudadanos que no aceptaban al régimen de Terra, aunque este hubiera “legalizado” su dictadura con la constitución de 1934, y la reorganización de los sectores de la oposición, produjeron movilizaciones como las de julio de 1938, donde se produjo la manifestación más numerosa que hasta ese momento se había conocido en el país: 200 mil personas en un Montevideo que apenas llegaba al millón de habitantes.
En este aumento de la oposición también incidía el cambio que se estaba produciendo a nivel internacional: la agresividad de los regímenes fascistas europeos hizo que perdieran prestigio y que se mirara con más desconfianza a aquellos gobiernos que los imitaban.
Finalmente también favoreció a la oposición la propia división de los sectores que estaban en el gobierno. Terra perdió el apoyo de algunos de sus principales aliados dentro del Partido Colorado como Manini Ríos y Demichelli. También dentro del herrerismo hubo divisiones. En las elecciones de 1938, mientras la oposición volvió a abstenerse y no presentó listas de candidatos, los sectores que habían apoyado la dictadura fueron divididos. Los terristas presentaban dos candidatos a presidente: Alfredo Baldomir (cuñado de Terra) y Eduardo Blanco Acevedo (consuegro de Terra); los herrristas también presentaban dos candidatos: Juan José de Arteaga (apoyado por Herrera) y Justo M. Alonso (apoyado por algunos diputados que habían tomado distancia de Herrera). En esas elecciones por primera vez votaba la mujer.
El triunfo correspondió a Baldomir, quien se mostró dispuesto a modificar la situación política y se acercó a los batllistas  y nacionalistas independientes. Esto llevaría a nuevos alineamientos políticos y al fin del terrismo.